El
6 de agosto de 1980, la ciudad de Viña del Mar despertó horrorizada por el
asesinato de Enrique Gajardo, de 35 años. Se encontraba junto a su pareja en el
camino de El Olivar, a las afueras de la ciudad, cuando fueron asaltados por
dos individuos. A él le dispararon y a ella la agredieron sexualmente, para
después dejarla marchar.
El
12 de noviembre de 1980, la escena criminal se repetiría: Alfredo Sánchez, fue
abatido por un disparo y su mujer violada, y al igual que la anterior víctima,
la dejaron con vida.
Hasta
el 1 de noviembre de 1981 ocho víctimas más fueron asesinadas, siempre por los
mismos individuos que aprovechaban lugares aislados, a las afueras de Viña del
Mar para cometer los crímenes.
La
ciudad chilena llamada popularmente como Ciudad Jardín, es una ciudad costera perteneciente
a la Quinta Región de Valparaíso, donde el turismo es su principal fuente de
ingresos y que se vio perjudicada por estos hechos criminales debido al
descenso de turistas.
Las
investigaciones policiales llevaron a la detención de un importante empresario
llamado Luis Gluber Díaz, por ser el propietario de un revólver con el que se
disparó a varias víctimas, aunque sorprendentemente, a los pocos días salió en
libertad sin cargos.
El
8 de marzo de 1982 fueron detenidos los carabineros Jorge José Sagredo Pizarro,
de 29 años y Carlos Alberto Topp Collins, de 35 años como autores de los
asesinatos, violaciones y robos que se cometieron en Viña del Mar. El también
carabinero Juan Quijada trabajaba en la central de comunicaciones. Recibía
numerosas llamadas en relación con el caso. Siempre repetían la misma
descripción de uno de los criminales: ojos claros, individuos prepotentes y con
vestimenta oscura. Un día se cruzó con Jorge Sagredo y su porte era idéntico a
las descripciones de los testigos. Entabló cierta relación para intentar
sonsacar más información. Al tiempo le preguntó sobre los crímenes. Sagredo
terminó confesando, delatando a Topp Collins como cómplice.
El
8 de enero de 1983, los acusados fueron condenados a la pena de muerte, la cual
se ejecutó el 29 de enero de 1985 en la prisión chilena de Quillota. Fueron los
últimos ejecutados a la pena capital en Chile.
Según
parte de la opinión pública y medios de comunicación, el caso no ha sido
resuelto del todo. Se sospecha que el ideólogo de estos crímenes sigue suelto,
y que podría ser el empresario al que detuvieron y poco después liberaron.
Los
asesinatos y violaciones formarían un plan urdido por personas pertenecientes a
las altas esferas del estado para distraer la atención de la sociedad sobre la
contínua vulneración de los derechos humanos del sistema dictatorial de
Pinochet, que estaba en el punto de mira de los medios de comunicación.
Una
hipótesis más cuenta que el tercer hombre involucrado (supuestamente el
empresario detenido en primera instancia) fuera un sádico sexual voyeurista el
cual pagó a los dos policías para perpetrar sus crímenes mientras él observaba
las escenas.
Otras
fuentes van más allá y si bien admiten que los crímenes fueron reales, no así
los fusilamientos que formarían parte de un montaje, y los asesinos habrían
marchado de Chile para vivir en un país extranjero bajo otras identidades.
Para
otros el caso está cerrado y los únicos autores fueron los dos carabineros
ejecutados, dos psicópatas cuyos fines eran robar a sus víctimas, asesinar y
agredir sexualmente a las mujeres.
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