El pasado 1 de octubre fue
ejecutado mediante inyección letal en el correccional de Greensville, Virginia
(Estados Unidos), el asesino en serie Alfredo Rolando Prieto, natural de El
Salvador, de 49 años de edad y condenado a muerte en 2010 por el homicidio del
joven Warren Fulton, al que disparó por la espalda y después asesinó a su
novia, Rachel Raver a la que violó mientras agonizaba. Los hechos ocurrieron el
3 de diciembre de 1988, aunque anteriormente ya había violado y asesinado a una
menor de 15 años, Yvette Woodruff.
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Alfredo Prieto The Associated Press |
Además se le vincula con otros
asesinatos, en los que pruebas de ADN y de balística lo incrimanaron, pero por
los que nunca fue juzgado al encontrarse ya sentenciado a la pena capital:
- El 10 de mayo de 1988 mató a
tiros a la joven Tina Jefferson, de 24 años, en Arlington (Virginia).
- El 2 de septiembre de 1989
mató de varios disparos a Manuel F. Sermeño, de 27 años. Su cuerpo fue
encontrado dentro de su vehículo, el cual estaba envuelto en llamas. El crimen
se cometió en Prince William (Virginia).
- En mayo de 1990 asesinó -a
tiros y por la espalda- a Stacey Siegrist, de 19 años a la que además violó y a
su novio Tony Gianuzzi, de 21. Los crímenes se cometieron en California y los
cuerpos fueron encontrados en una vía de servicio, en la intersección entre dos
carreteras del municipio de Rubidoux.
- Un mes después, en junio de
1990, asaltó y mató a una pareja de ancianos, Lula Farley de 71 años y Herbert
Farley, de 65, al que secuestró –según testigos con ayuda de un cómplice- e
introducido en un vehículo. Su cuerpo se encontró en las afueras de Rubidoux.
- El 2 de septiembre de 1990,
Prieto y otros dos hombres secuestraron y agredieron sexualmente a tres chicas
en Ontario (California). El salvadoreño violó y mató de un disparo a Yvette
Woodruff. Después trataron de matar a puñaladas a las otras dos, pero
sobrevivieron. Fueron detenidos los tres agresores le vinculó con otros seis
asesinatos más por los que no fue juzgado al encontrarse ya sentenciado a la
pena capital.
De nada sirvieron los argumentos
de la defensa y los informes psicológicos en los que alegaban que el
salvadoreño padecía trastornos mentales a causa de los traumas que sufrió en la
guerra de El Salvador, y su supuesta adicción a las drogas y al alcohol.
El salvadoreño ha sido el primer
condenado ejecutado en Virgina en los últimos tres años, y el número 110 desde
que se reinstauró la pena capital en este estado, en 1976. Sus últimas palabras
fueron: “Terminemos con esto”.
Fuentes:
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