Elizabeth Short era una hermosa
joven cuyo sueño era llegar a ser una estrella. Nació el 29 de julio de 1924 en
un barrio humilde de Medford, Massachussets. Cuando era una niña su padre
abandonó a la familia, aunque años después volvío a contactar con sus hijas.
Elizabeth se fue a vivir con él a Vallejo (California), y así poder estar más
cerca de Hollywood. En 1943 padre e hija se trasladaron a Los Ángeles, pero la
convivencia se rompió y Elizabeth se independizó, mudándose a Santa Bárbara,
pero fue detenida en el mes de septiembre por consumo de alcohol. Al ser menor
de edad la justicia la envió de vuelta a Medford, con su madre, aunque pasó
mucho tiempo en Florida, trabajando de camarera, donde conoció a un militar con
el que se prometió, muriendo en combate
en Asia, el 10 de agosto de 1945. Según se supo, Elizabeth nunca superó su
pérdida. Tres años después de vivir en Miami, volvió a California, esta vez
instalándose en el área de Los Angeles, donde vivió los últimos meses de su
vida.
EL HALLAZGO DEL CUERPO
La mañana del 15 de enero de
1947, una mujer y su hija de tres años encontraron el cuerpo de Elizabeth Short
en un descampado de Leimert Park, mientras paseaban. La escena que presenciaron
fue horrible. La joven estaba partida en dos.
Tras el terrible hallazgo, la
mujer corrió a una casa cercana para llamar a la policía, aunque los primeros
en llegar fueron los periodistas, y a través de ellos el caso se hizo famoso en
Estados Unidos.
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Ficha policial de Elizabeth Short. |
Reporteros del periódico Los Angeles Examiner se pusieron en
contacto con la madre de Elizabeth. Tuvieron la ruin idea de no contarle el
asesinato de su hija, diciéndole que había ganado un concurso de belleza para sonsacarle
información sobre su vida. Una vez les dijo todo aquello que les interesó, le
dijeron la verdad. Además le invitaron a pagarle el viaje hasta Los Angeles
para colaborar con la investigación policial, pero nuevamente era una
estrategia. La alejaron de la policía y de otros medios de información para
asegurarse la primicia.
La chica fue apodada ‘la dalia
negra’ por la prensa en relación con la protagonista de la película ‘la dalia
azul’, de 1946. Se supo que Elizabeth vestía siempre de negro, de ahí el apelativo.
LA INVESTIGACIÓN
El informe forense certificó la
causa de la muerte por un fuerte golpe en la cabeza. Después de morir, cortaron
el cuerpo diviéndolo en dos por el abdomen y le extirparon el bazo, el corazón y
los intestinos, que fueron hallados debajo de la parte inferior del cuerpo. Antes
de matarla la habían atado por las muñecas, tal y como probaban las marcas
halladas, posiblemente para desangrarla. Luego, el asesino le dibujó una
sonrisa rajando la comisura de sus labios. El asesinato no se cometió en el
lugar donde se encontró el cuerpo, sino que había sido limpiado antes y
cuidadosamente colocado en el descampado.
El 23 de enero de 1947, un
desconocido llamó al editor de Los
Angeles Examiner afirmando ser el asesino. El hombre estaba furioso porque
la noticia estaba perdiendo notoriedad. Para demostrar lo que decía, a la
mañana siguiente haría llegar un paquete que contenía el certificado de
nacimiento de Elizabeth Short, fotografías, tarjetas de visita, recortes de
periódico con la noticia del fallecimiento del novio de Elizabeth y una libreta
de direcciones con el nombre de Mark Hansen subrayado en la portada.
Se interrogó a Mark Hansen y a
todas las personas que aparecían en la libreta de direcciones. La mayoría de
hombres interrogados afirmaban conocer a la víctima, y deseaban haber mantenido
relaciones sexuales con ella, pero no aceptó con ninguno.
La investigación fue contaminada
por los periodistas desde el primer momento, lo que según los expertos perjudicó
la resolución del crimen. Se filtraba continuamente cualquier avance que
pudiera haber, publicándose todas la novedades que iban surgiendo, incluso salían
a la luz informaciones falsas para atraer la atención del público.
Nunca se encontró al culpable. Más
de 60 sospechosos fueron interrogados sin obtener indicio alguno.
El asesinato de Elizabeth Short sirvió
de inspiración para numerosas obras literarias, películas y series de televisión,
otorgándole el destino la fama de la manera más cruel y macabra que podría
haber obtenido.
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