Nació el 1 de junio de 1953 en
Brooklyn, Nueva York. A una edad muy temprana fue abandonado por su madre y
adoptado por una familia, con la que no tuvo buena relación. Cuando contaba con
14 años de edad, su madre adoptiva murió, por lo que se propuso buscar a su
madre biológica. Entre tanto, se alistó al ejército con la intención de
participar en la guerra de Vietnam, pero en lugar de eso fue destinado un año a
Corea. Cuando regresó tuvo sus primeros conctactos sexuales con prostitutas.
Contrajo una enfermedad venérea sexual y eso le decepcionó.
Tiempo después, reanudó la
búsqueda de su madre biológica hasta que dio con ella. El deseo de Berkowitz
era que lo acogiera como miembro de su familia. Pero fue rechazado. David tuvo
siempre un complejo de inferioridad, sobre todo respecto de las mujeres, fruto
del rechazo que había sufrido por el abandono de su madre biológica.
LOS ASESINATOS
Berkowitz fijó su residencia en
Nueva York. A principios de los años 70, provocó 1.488 incendios en la ciudad.
Después, dio un paso más y comenzó su particular caza humana.
Los primeros crímenes los
cometería la víspera de Navidad de 1974. A una chica –la cual no pudo
identificarse-, la mataría a puñaladas. La segunda fue herida. En los próximos
asesinatos cambió el cuchillo por un revólver, calibre .44. La sustitución del
arma se produjo al pensar que con un arma blanca, dejaba demasiadas evidencias
que podrían incriminarle, por lo que viajó a Texas para comprar el revólver. No
decidió adquirir el arma en Nueva York, por que tenía la creencia de que la
policía podría dar con él a causa de los casquillos de bala que encontrasen en
las escenas de los crímenes.
El 29 de julio de 1976, disparó
sobre dos chicas que conversaban dentro de un vehículo. A Donna Lauria la mató
al instante y Jody Valenti sobrevivió.
El 23 de octubre de 1976, disparó
sobre Carl Denaro y Rosemary Keenan, que se encontraban dentro de su vehículo. Rose
sufrió heridas leves, mientras que Carl resultó lesionado gravemente en la
cabeza.
A excepción de una mujer a la
que asesinó mientras caminaba sola, el ‘modus operandi’ sería siempre el mismo.
Asaltar a parejas en lugares solitarios, en diferentes zonas de Nueva York y
por la noche.
El 26 de noviembre de 1976, dos
chicas, Donna DeMasi y Joanne Lomino que
volvían del cine andando y con el pretexto de hacerles una pregunta, les abordó
disparando sobre ellas. Las dos sobrevivieron aunque fueron heridas de
gravedad.
Entre el 30 de enero y el 31 de
julio de 1977, Berkowitz atentó contra nueve personas más –cuatro hombres y
cinco mujeres-, de las cuales murieron cuatro mujeres y un hombre.
ARRESTO, JUICIO Y CONDENA
En un gesto de alarde y con el
objetivo de hacerse famoso, escribió a la policía y a los periódicos, haciéndose
llamar “el hijo de Sam”. Para entonces, la ciudad de Nueva York no dormía
tranquila y lejos de tranquilizar a los habitantes, los medios de comunicación
seguían el juego al asesino que se engrandecía al saber que hablaban de él. Por
fin se sentía alguien matando, y publicando sobre su persona, alimentaban su
ego, por lo que no dejaría de matar.
![]() |
Parte final de la primera carta de Berkowitz dirigida a la policía |
La noche del 31 de julio de
1977, una mujer regresaba a su casa después de pasear a su perro. Vio como la
policía de tráfico había multado a varios vehículos estacionados en la zona. Al
lado de uno de los coches, vio a un extraño hombre que la observaba con atención,
mientras agarraba con una de sus manos un objeto oscuro. La mujer corrió
asustada hacia su casa. Minutos después escuchó disparos. Pasados unos días,
llamó a la policía para comunicar el hecho, ya que muy cerca de allí, esa misma
noche, dispararon sobre una pareja, matando a la chica y dejando casi ciego a
su novio.
Las investigaciones se centraron
en los vehículos multados esa noche en la zona. El Ford Galaxie de Berkowitz,
era uno de esos coches. Así el 10 de agosto, localizaron el automóvil del “hijo
de Sam” enfrente del bloque de apartamentos donde residía el asesino, en el
distrito de Yonkers. Vieron que en el asiento de atrás había un rifle. Esperaron
a que saliera. Cuando Berkowitz salió de casa y entró en el coche, los policías
le detuvieron.
Berkowitz confesó los
asesinatos, alegando que el perro de un antiguo vecino llamado Sam –de ahí tomó
su apodo- estaba poseído por el demonio y que fue él quien le comunicó mediante
ladridos que debía matar a gente. Años después se retractó adimitiendo que la
historia del perro, había sido un invento, aunque añadió que él formaba parte
de una secta satánica y los crímenes los había cometido en compañía, versión
que tampoco fue creíble.
A pesar de que en un principio,
los psiquiatras creyeron la versión de Berkowitz, fue condenado a cadena
perpetua el 12 de junio de 1978. No obstante, una vez cumplidos 25 años de
condena, la ley contempla que cada dos años y de manera automática el caso debe
ser revisado, así podría obtener la libertad condicional en alguna ocasión. Desde
entonces y hasta la fecha, han sido denegadas todas las audiencias.
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