Como cada mañana, al salir de
casa, el almirante Carrero Blanco acudió a la misa en la iglesia de San
Francisco de Borja. Al finalizar el acto religioso, el presidente del Gobierno
franquista se sube al vehículo oficial. Aproximadamente, a las 9:27, el Dodge
3700 GT se eleva por los aires y aterriza en la cubierta del edificio ‘Casa
Profesa’ -un edificio religioso de la orden de los jesuitas-, tras una potente explosión a su paso por la
calle Claudio Coello. Los tres ocupantes del coche murieron poco después en el
hospital: el presidente del Gobierno, el inspector de policía que le acompañaba
y el conductor. Otro vehículo de la escolta de Carrero, también sufre daños
aunque en menor proporción.
En un principio, se creía que
había sido una explosión de gas, aunque cuando se iniciaron las labores de
investigación, se descartó, quedando como única opción la de un atentado.
LOS PREPARATIVOS DEL ATENTADO
El atentado fue ideado y
perpetrado por la banda terrorista ETA. En principio se planeó el secuestro más
de un año antes. La intención era secuestrar a Carrero como moneda de cambio de
150 presos etarras. Los planes dieron un giro de 180 grados cuando Franco
nombró presidente del gobierno al almirante. Para ello el integrante de ETA,
José Miguel Beñarán ‘Argala’, en uno de sus frecuentes viajes a Madrid contacta
con una disidente del Partido Comunista, Eva Forest quien le proporciona el
itinerario –siempre el mismo- que seguía todos los días el coche oficial de
Carrero. En consecuencia, ‘Argala’ alquila un local en el número 104 de la
calle Claudio Coello, donde excavarían un túnel y colocarían la carga explosiva
en el lugar por donde iba a pasar el vehículo. El comando ‘Txikia’ fue el
encargado de ejecutarlo. Lo formaban tres componentes: Jesús Zugarramurdi,
alias ‘Kiskur’, José Miguel Beñarán, ‘Argala’ y Javier Larreategi, ‘Atxulo’. El
atentado tenían previsto realizarlo el 18 de diciembre pero la visita del
secretario de estado de Estados Unidos, Henry Kissinger a la capital madrileña,
retrasaría su ejecución al 20 de diciembre, debido a que cerca de allí se encontraba
la embajada del país norteamericano, y las medidas de seguridad serían mayores.
LA SOMBRA DE LA CONSPIRACIÓN
Mucho se ha escrito sobre quién
perpetró el atentado realmente. Muchas de las fuentes conspiranoicas apuntan a
que detrás de la operación se encontraba el gobierno de Estados Unidos y la
inteligencia norteamericana. Las versiones manejadas son varias, entre ellas
que Carrero representaba la continuidad del franquismo frente a otra facción
franquista más aperturista. Franco, anciano y enfermo, había delegado la
jefatura del gobierno en el almirante, su mano derecha y esto –según algunas
versiones- no era del agrado de Nixon y Kissinger, que preferían una sucesión
democrática para España, ya que los últimos contactos que habían tenido con
Carrero Blanco para pactar la entrada de España en la OTAN no habían sido
fructíferas. Se comenta que dos días antes del atentado, Kissinger y Carrero
discutieron acaloradamente. El almirante quería un papel protagonista de España
dentro de la organización atlántica. Amenazó con retirar las bases militares
norteamericanas del país y llevar a término el desarrollo de armas nucleares,
advirtiendo a Kissinger que España tenía todo el material necesario para
realizarlo. Estas supuestas desaveniencias hicieron que la CIA contactara con
fuentes del PNV (Partido Nacionalista Vasco) y ETA para tramar el atentado,
aunque los servicios secretos estadounidenses simplemente se limitarían a dar
información sobre los movimientos de Carrero, a través de la figura del “hombre
de blanco” que habría contactado con ‘Argala’ en Madrid. En realidad, Eva
Forest inventó este personaje y la pista falsa, que llevaría a forjar una
leyenda alrededor del atentado. Lo dejó escrito en su obra ‘Operación Ogro:
cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco’, en 1974, para protegerse ella
misma.
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Fuente: ABC |
El explosivo utilizado por ETA
en el atentado fue otro argumento que se utilizó para inculpar a la CIA. Dicho
explosivo era C-4, que después de la TNT, era el más potente que existía y en
principio no podía conseguirse en el mercado negro, sino que únicamente se
encontraba en Estados Unidos.
La permisividad y la nula
preocupación por la vigilancia en la excavación del túnel también sirvió como
pretexto para elevar la acción a la categoría de conspiración , si bien
‘Argala’, al alquilar el local ya adivirtió al arrendador que era ‘escultor’.
Aunque en realidad, los días en que los etarras estuvieron construyendo el
agüjero no fueron sometidos a ninguna vigilancia, se debe más bien al exceso de
confianza de las autoridades. Se puede achacar a que no habían antecedentes
terroristas de esta envergadura que llevaran a pensar que el presidente del gobierno podía ser un
claro objetivo terrorista, y menos por parte de ETA, que había cometido pocos crímenes
hasta la fecha, y no de esa entidad.
CONSECUENCIAS
El asesinato de Carrero fue un
duro golpe para Franco y su gobierno. Sin duda, aceleró el fin de la dictadura.
Arias Navarro –de talante más aperturista- sucedió a Carrero Blanco en la jefatura
del gobierno, hasta pocos meses después de la muerte del dictador.
El caso quedó archivado durante
la Transición y los autores nunca fueron juzgados, beneficiándose de la ley de
Amnistía de 1977.
El 21 de diciembre de 1978, es
decir, cinco años después del atentado de Carrero, José Miguel Beñarán
‘Argala’, fue víctima de un atentado de la organización
ultraderechista–financiada por los servicios secretos españoles- Batallón Vasco
Español. Una bomba lapa, colocada en su vehículo hizo explosión en Anglet, en
el País Vasco francés, donde residía.
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