El 24 de septiembre de 2011, efectivos de la
Guardia Civil y la Policía Nacional detuvieron en la provincia de Málaga a
Abdelkader Salhy, de 44 años, como presunto autor de la muerte de dos
prostitutas, el 11 de agosto en Mijas y el 10 de septiembre en San Pedro de
Alcántara.
El ‘modus operandi’ fue el mismo en las dos
ocasiones. Contrató los servicios sexuales de las dos mujeres por teléfono. Tras
acudir en sus respectivos domicilios las apuñaló para después robarles las
tarjetas de crédito y los teléfonos móviles. El presunto asesino torturó a sus
víctimas antes de darles muerte con el fin de conseguir las claves de dichas
tarjetas. A la primera mujer, una argentina de 45 años de edad, le propinó 18
cuchilladas en el tórax, ambos brazos y caderas, para seguidamente anudarle la
funda de una almohada en el cuello; posteriormente, acudió con su pareja –que al
parecer no sabía nada de los sucedido- a un cajero y retiró 200 euros con la
tarjeta de la víctima. Apenas transcurrido un mes, hizo lo propio con la otra víctima,
una ecuatoriana de 47 años, a la que maniató para inmovilizarla y la golpeó con
un objeto cortante 18 veces, hasta matarla. Después, con las tarjetas robadas
se dirigió a un cajero –nuevamente con su pareja- e intentó sacar dinero pero
no lo consiguió.
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Mapa: Jonnyx |
El detenido, de nacionalidad marroquí aunque
nacido en Alemania, ya cometió un asesinato en su país de origen en 1988, cuya
víctima también era una mujer, por lo que cumplió una condena de 18 años. En un
principio, Abdelkader Salhy fue sospechoso de cometer el asesinato de otra prostituta
en enero de 2010 en Almería, pero no quedó probado.
En mayo de 2016 el Tribunal Supremo ratificó
la condena de 45 años de prisión del asesino, que ya impuso la Audiencia
Provincial de Málaga en julio de 2015. La pena total corresponde a un delito de
homicidio (15 años), otro de asesinato (20 años), dos robos con violencia en
interior de domicilio (4 años cada uno) y otros dos años y medio por falsedad
documental y un delito contra la seguridad vial, ya que se hacía pasar por ciudadano
irlandés, de nombre Martin Spratt y conducía habitualmente un coche de alta
gama con un permiso de conducir francés, al que pegó su fotografía. Asimismo,
se le impuso una indemnización económica a los tres hijos de la primera víctima
y otro de la segunda por daños morales.
Al parecer, el asesino sentía un gran odio
hacia las prostitutas, ya que su padre frecuentaba encuentros con estas y fue la causa de la separación de sus
progenitores.
Fuentes:
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