Dos semanas después de morir su
padre, Sabine Seel se dispuso a poner orden en el garaje de su padre. Cuando
desprecintó el gran bidón azul no podía creer lo que observó entre náuseas por
el pestilente olor que la inundó. Un pie y un muslo en avanzado estado de
descomposición aparecieron en su interior. A pesar de no querer ver más, se
hizo a la idea de que no eran los únicos restos humanos que llenaban el tonel.
Una vez fueron analizados los
restos por los forenses, determinaron que parte de uno de los cadáveres
correspondía a Britta Diallo, una prostituta de 43 años de edad que constaba
como desaparecida desde 2003. Los investigadores lo tuvieron claro: Manfred
Seel era un asesino en serie.
En el bidón, las partes
descuartizadas pertenecían a varios cuerpos. Los policías, tras consultar los
archivos de personas desaparecidas y realizar otras investigaciones, ataron
cabos, relacionando a Manfred Seel con otros cinco casos de personas
asesinadas. El cuerpo mutilado de Gisela Singh, de 36 años fue encontrado en
1991 en un bosque de Hofheim. El torso de Dominique Monrose, de 32, se halló en
una bolsa de basura en la cuneta de la autopista A661, cerca de Frankfurt y no
muy lejos del hallazgo de Gisela Singh. En 1998 apareció en un túnel de esta
ciudad, el cuerpo de Tristan Brübach, un joven de tan sólo 13 años.
La investigación continuó con el
registro de la vivienda del apodado “Jack el destripador alemán”. En su
ordenador personal aparecieron 32.000 fotografías de pornografía violenta, en
las que se incluían las imágenes de las lesiones infligidas a los cuerpos
hallados. Para los especialistas, fue un peligroso asesino, perverso y sádico
sexual, que guardaba trozos descuartizados de sus víctimas a modo de “trofeos”, y
que a excepción de Tristan, todas las asesinadas eran prostitutas.
Se calcula que podría haber
matado, como mínimo a otras diez mujeres durante más de treinta años, ya que
desde 1971 fueron hallados cuerpos mutilados de prostitutas con el mismo ‘modus
operandi’.
Actualmente, la investigación
sigue abierta y la policía busca algún lugar donde muy probablemente, el
asesino escondiera partes de cuerpos de sus víctimas, ya que muchos de los cadáveres
hallados no están completos.
Manfred Seel falleció en agosto
de 2014, de cáncer, a los 67 años de edad. Desde que se conoció la noticia, los
vecinos de Schwalbach, el tranquilo pueblo donde residía Manfred, no dan crédito
a lo acontecido, ya que aquel hombre tranquilo, educado y hogareño, era un
marido y padre ejemplar. Incluso un vecino recuerda que el garaje estaba a
menudo abierto en verano, y que cuando organizaban barbacoas y andaban escasos
de sillas, cogían un par de bidones azules para sentarse.
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