Es de sobra conocido el
holocausto nazi desarrollado antes y durante la Segunda Guerra Mundial, en
cambio no lo es tanto el que cometió el Imperio japonés, coincidiendo en el
tiempo con su aliada Alemania de la época. Éste era el Escuadrón 731, un
programa desarrollado para experimentar sobre seres humanos con armas químicas
y biológicas. Los muertos por estos experimentos se calculan entre 200.000 y
440.000 y un número indeterminado de heridos.
Entre 1935 y 1945, Japón en su
ocupación de la región china de Manchukuo, creó su laboratorio particular en la
ciudad de Harbin. Surgió al igual que los nazis, en su particular creencia de
supremacía racial y además para combatir el comunismo. Sus víctimas fueron
tanto militares como civiles, sobretodo de origen chino, mongol y en menor
medida europeos y estadounidenses.
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Complejo secreto de la Unidad 731 |
El impulsor de tan aterrador
proyecto fue el teniente general del ejército japonés Shiro Ishii, que era
también microbiólogo quien además creó las instalaciones camufladas en un
grandioso complejo de 6 km2, que se disimulaban como departamentos científicos
y depuradoras de aguas. Para deshumanizar a las personas con las que
experimentaban las denominaban “maruta” (troncos). Una de estas atrocidades
consistía en encerrar a civiles en fosas comunes infectadas de cólera,
parásitos, peste bubónica, tuberculosis, fiebre tifoidea y otros elementos
infecciosos para observar cómo evolucionaban en el cuerpo humano. Además
liberaban pulgas infectadas y entregaban a la población alimentos que contenían
bacterias de cólera, con el mismo fin. Una vez eran infectados, analizaban sus
reacciones para acabar abriéndoles el cuerpo vivos, sin anestesia y extraerles
algunos órganos, con la finalidad de desarrollar armas biológicas y químicas de
destrucción masiva.
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Teniente General Shiro Ishii |
En otras experimentaciones, las
víctimas eran sometidas a temperaturas muy bajas para buscar la mejor forma de
congelamiento. En otras, las personas eran introducidas en cámaras para probar
diferentes gases venenosos o eran disecadas en vida.
Por si esto fuera poco, una vez
concluida la Segunda Guerra Mundial y al ser derrotado Japón y pasar a ser
aliado de Estados Unidos, estos lejos de dar a conocer tal holocausto no juzgó
los hechos ya que les interesó más dar inmunidad a sus ideólogos y perpetradores a cambio de obtener de estos
información acerca de los resultados obtenidos en dichas horribles
experimentaciones. Por el contrario, los soviéticos llevaron a juicio a una
docena de militares japoneses del escuadrón 731, acusados de crímenes de
guerra. Seis de ellos fueron condenados a prisión, con sentencias de entre 2 y
25 años. Curiosamente, los Estados Unidos calificaron estos juicios como
“propaganda comunista”.
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